La telaraña de los frijoles

Segisfredo Infante
La Tribuna, Honduras

Todas las teorías objetivas y subjetivas del “valor” de las mercancías pudieron haberse derrumbado hace un par de semanas con el tema de la danza de precios de la medida de frijoles en Honduras. El panteón de los más importantes economistas de los siglos diecinueve y veinte se habría dado cita en el banquete de las exquisiteces y extrañezas de Tegucigalpa y San Pero Sula, con el objeto de revaluar sus postulados centrales en torno a las teorías de precios por lo menos en uno de los productos vitales de la canasta básica mesoamericana: el frijol.

En una cosa coinciden, en un cien por ciento, los teóricos de la “economía social de mercado” con los neoliberales. Y es en el capítulo que concierne a renunciar al control de los precios de las mercancías. Sin embargo, tal planteamiento podría tener algún sentido en los mercados de competencia perfecta (lo cual es prácticamente una utopía) y jamás en países como Honduras en donde los precios de los productos agrícolas se deciden en ausencia de los productores y los consumidores; o en ausencia de la oferta y la demanda; en tanto que los grandes acaparadores de granos determinan el precio final.

Ocupados en el destino vital del pueblo hondureño y de la economía real distorsionada por las propagandas de burbuja contemporánea y por el coyotaje regional, hemos monitoreado el fenómeno bautizándolo como “la danza de precios del frijol”,  o “el teorema de la telaraña al revés”, en algunos precios de la canasta mesoamericana. Pareciera una broma de mal gusto pero el hecho es que los precios de algunos de los alimentos esenciales de los hondureños y de otros consumidores del istmo, han registrado un comportamiento de locura.

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