Saturday 20 April 2024

Logo Central America Link

Pymes deben ver negocio en la sustentabilidad

Thursday 24 November, 2011


Para que las pequeñas y medianas empresas (pymes) puedan migrar hacia una economía sustentable deben ser vinculadas hacia los centros de investigación, asimismo, las autoridades deben destinar más recursos para desarrollo científico, aseveran especialistas.

“En México, actualmente, se destina 0.4% del Producto Interno Bruto (PIB) para desarrollo científico, otras economías, con objetivos y problemas similares destinan 1%, como es el caso de Brasil”, explicó Luis Manuel Guerra, presidente del Instituto de Asistencia en Investigaciones Ecológicas, esto en el Foro Empresas Sustentables, organizado por El Economista.

Sostuvo, que la asignación de recursos es sólo parte del problema, ya que, también se necesita de un cambio de visión en los empresarios para que asocien el éxito económico con el menor impacto ambiental.

El especialista dijo que si los empresarios “reducen sus consumos energéticos necesariamente estarían bajando sus costos totales de producción, lo que las hace más competitivas y rentables”, por lo cual los exhorto a utilizar los apoyos gubernamentales en la materia.

“Casi nadie conoce los incentivos que hay para el uso de energías renovales, por ejemplo, el Gobierno del Distrito Federal hace grandes descuentos en impuestos sobre la nómina y predial si se comprueba la instalación de calentadores solares o focos ahorradores en los negocios”, señaló.

Las empresas también deben acudir a Los Fondos como el de Sustentabilidad Energética e Innovación tecnológica para volverse más sustentables, destacó por su parte, Alejandro Villareal, coordinador general de proyectos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Indicó, que estos fondos hacen convocatorias todos los años para ayudar a los proyectos empresariales competencial en innovación y ahorro sustentabilidad, y destacó que también existen incubadoras y aceleradoras de negocios que brindan asesoría en la materia.

Fuente: El Economista