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¡Debemos ser exigentes!

Tuesday 20 December, 2011


Francisco Cáceres Barrios
La Hora, Guatemala

Me gustó la expresión de que hay que contarles hasta la última costilla a los funcionarios que terminan su mandato, porque creo que los guatemaltecos honestos y conscientes debiéramos ser exigentes con el buen manejo de los fondos públicos. Don Álvaro Colom empezó mal y estará terminando peor si sigue pensando que un proceso de transición no incluye fiscalización, pues con tal postura se le estaría dando el aval de que durante su gobierno no se ocultaron malos manejos. También tiene razón la Vicepresidenta electa cuando anuncia que a partir del 14 de enero del 2012 seguirán haciendo lo mismo, pues con ello estaría satisfaciendo la demanda de sus electores y pueblo en general.

Lástima grande que lo mismo no se hizo al finalizar los períodos presidenciales de Cerezo, Arzú, Portillo y Berger, pues a estas alturas otro gallo nos estaría cantando al haberse sentado sólidos precedentes para las futuras generaciones, en el sentido que se demuestra la honradez, la honestidad y la transparencia con hechos y no solo con palabras. Entendamos que no se puede tapar el sol con un dedo, que está visto y demostrado que se ha pretendido tomarnos el pelo y que ya es hora de apuntalar la democracia en todo sentido.

Colom se ha pasado pidiéndole perdón a todo el mundo, lo que debiera obligarnos a preguntar: ¿quién podrá perdonarlo por haber manejado mal los fondos públicos distrayéndolos de sus sagrados fines por una descarada campaña electoral inclinada a favorecer a quien fuera su señora esposa? ¿Lo anterior no conlleva un mismo sentido genocida al evitar la correcta dotación de suficiente cantidad de medicinas, instrumental, equipo y personal a los servicios de salud del país, causando con ello grandes pérdidas de vidas humanas a más de tantos daños colaterales?

Resulta incomprensible que permitamos la existencia de políticos cuya miopía no les permita ver que es preferible gastar cientos de miles de quetzales en la oportuna aplicación de quimioterapia a los enfermos de cáncer, por ejemplo, en vez de andar gastándolos en añejos rones que buscan comprar buenas voluntades. De ahí que insista en decir que ya no caben medias tintas, que la exigencia debe ser permanente para enterarnos a fondo de cómo se maneja la cosa pública, pues “aún hay más”, por ejemplo, deducir las responsabilidades civiles y penales que correspondan, pues al quedarnos en la simple denuncia sería igual a ser cómplices de los autores de tantas barbaridades cometidas.

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