Ambiente, riesgo y desarrollo sostenible

Luis Alonso Maldonado Galeas
La Tribuna, Honduras

En la Cumbre Mundial de 2002, la declaración de Johanesburgo sobre el desarrollo sostenible, indica a las Naciones Unidas, que se asuma “la responsabilidad colectiva de promover y fortalecer en los planes a nivel local, nacional, regional y mundial el desarrollo económico, desarrollo social y la protección ambiental como pilares interdependientes y sinérgicos del desarrollo sostenible”.

En la desenfrenada carrera por ubicarse en el círculo de los países desarrollados, se han disminuido en forma alarmante los recursos naturales del planeta, se acentúan las fisuras entre ricos y pobres, se profundizan los abismos entre países desarrollados y en desarrollo generando amenazas a la prosperidad, la seguridad y estabilidad mundiales.

En estos procesos se enciende la alerta sobre los impredecibles daños a la humanidad, producto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que provocan el calentamiento global y consecuentemente el cambio climático. En tal sentido el costo humano del desarrollo es la autodestrucción del hombre; con injusta selectividad hacia los pueblos más pobres.

Tal apreciación es congruente con la alta vulnerabilidad que los países en desarrollo experimentan por su entorno geográfico, sus condiciones ambientales, socioeconómicas, culturales y hasta políticas; considerándose en este marco a nuestro país como el tercer más vulnerable del mundo y con un bajísimo índice de desarrollo humano.

Debemos estar preparados para observar y atenuar los impactos de: Aumento en la temperatura, una decreciente precipitación, desertificación, sequías, incremento en la magnitud, intensidad y frecuencia de eventos extremos o amenazas hidrometeorológicas, inundaciones y deslaves que habrán de condicionar el enfoque y aplicación de políticas, estrategias y planes en función del desarrollo sostenible.

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