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Colombia: la economía de la paz

Tuesday 25 October, 2016


 

A final de cuentas, los mercados y no las urnas, decidirán el destino de la guerra civil de Colombia de hace medio siglo.

El referéndum del mes pasado pudo haber fallado en ratificar un acuerdo de paz alcanzado por el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Pero el tema de la inseguridad económica —una de las principales razones para la creación de las FARC en primera instancia— probablemente persistiría, incluso si el referéndum hubiera tenido éxito.

Colombia, en teoría, debería tener una de las economías más exitosas del mundo, dado su clima templado, la tierra fértil, el agua abundante, una gran cantidad de recursos naturales, el acceso a los principales océanos, y la proximidad al mercado más grande.

Al mismo tiempo, Colombia no ha aprovechado plenamente sus ventajas.

El poder adquisitivo por persona creció un 280% entre 1990 y el año pasado, según el Banco Mundial.

Sin embargo, entre los países de América Latina, Costa Rica, Perú y Uruguay lo hicieron bastante mejor, mientras que Chile tuvo un incremento de más del 500%.

Entretanto, la equidad del ingreso se encuentra entre las más bajas de América Latina, con el 20% más rico de la población ganando 25 veces más que el quintil más bajo, de acuerdo con las Naciones Unidas.

También en educación presenta rezago, ya que Colombia se coloca en el puesto 60 entre los 65 países que participaron en la prueba PISA 2012 de ciencia, matemáticas y comprensión de lectura, administrada a los estudiantes de secundaria por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

La aprobación del acuerdo de paz por su parte podría haber empeorado la situación económica de Colombia, al menos en el corto plazo.

Como parte del acuerdo, los partidarios de las FARC tendrían que renunciar al tráfico de cocaína, una de sus principales fuentes de ingresos.

El plan de reconstrucción propuesto por la administración del presidente Juan Manuel Santos incluyó la asignación de los fondos, que permitirían a los agricultores de las zonas de las FARC dedicarse a otros cultivos.

El Gobierno durante los últimos dos años además otorgó varias licencias para la explotación de los recursos de petróleo y gas natural en las áreas dominadas por las FARC, principalmente en el sur del país.

Pero la transformación de las prácticas agrícolas implica muchas complicaciones, incluyendo las condiciones de suelo y clima, la disponibilidad de semillas, la capacitación de las personas, y la demanda del mercado.

El desarrollo petrolero y de gas así mismo lleva tiempo, mientras no hay certeza de que existan depósitos viables, o que —incluso si estos se encontraran— el negocio genere os beneficios significativos para la población local.

A menos que Colombia creara buenos empleos y redujera la desigualdad de ingresos, el problema de la alienación, incluida la violencia, podría persistir.

Por otro lado, en un clima económico saludable el fenómeno de las FARC probablemente desaparezca, con o sin un acuerdo de paz.