De una vez por todas
Jueves 10 junio, 2010
Róger Martínez Miralda
La Prensa, Honduras
Si hay algo que hace que los seres humanos aspiremos cotidianamente a la perfección, eso es el trabajo. La pertenencia misma al mundo hominal pasa, necesariamente, por el tamiz de la actividad productiva.
A la vista está que las naciones que han alcanzado mayores estadios de desarrollo han debido realizar esfuerzos muchas veces titánicos y organizar la vida social de modo que cada uno de sus miembros aporte lo mejor de sí en pro del bien común. Lo que hoy tienen los alemanes o los japoneses o los taiwaneses no les ha caído del cielo. Lo que hay detrás de cualquier país económicamente poderoso y, por lo mismo, políticamente estable y socialmente equilibrado, es sudor, desvelo, sacrificio, ahorro y, por supuesto, mucho, mucho trabajo.
Los hondureños, a pesar de todo lo que nos ha pasado y nos sigue pasando, todavía pensamos que el progreso llegará desde fuera; que el desarrollo será posible con donaciones y préstamos; que los Estados ricos se compadecerán de nuestra miseria y, generosamente, llenarán las arcas nacionales para que nosotros construyamos escuelas, hospitales y carreteras y demos de comer a nuestra población.
Y la realidad es muy distinta.
Los gobiernos amigos, y quiero decir los que han demostrado que lo son en las buenas y en las malas y no por mezquinos intereses políticos, están un poco hartos de poner dinero en un pozo sin fondo de proyectos sin resultados tangibles y de inyectar dinero que termina en bolsillos particulares o se utiliza para hacer proselitismo partidario. Los actuales gobernantes y los que somos gobernados no podemos continuar metiendo la mano e inspirando lástima, cuando lo que debemos hacer es arremangarnos de una vez por todas y trabajar en serio.