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Educación y ciudadanía: pilares del desarrollo

Friday 01 October, 2010


Juan B. Arríen, Ph.D.
El Nuevo Diario, Nicaragua

Después de la alternancia de análisis, opiniones, afirmaciones y sentimientos, un compañero me externó la percepción de que Nicaragua le parece ser como un “milagro de la subsistencia”. Me llamó la atención dicha percepción. En torno a ella continuó nuestro recorrido analítico sobre nuestra Nicaragua ¿por qué milagro de la subsistencia? Explícame. Porque es una excepción a las leyes de la naturaleza, (milagro), que Nicaragua tenga vida y vida relativamente abundante en su accionar económico, social, cultural y político de cada día. 

Nicaragua funciona, Nicaragua sigue adelante, en medio de precariedades visibles, florece la alegría, el chiste, el buen humor, la fiesta; a pesar de las desigualdades la gente encuentra para su nivel variedad de mercados, pulperías, etc. donde abastecerse, según su capacidad económica; centros comerciales donde divertirse y degustar variedad de comida; impera la ingeniosidad sorprendente y el trabajo esforzado de la gente para superar sus necesidades, nada detiene la fuerza de las mujeres trabajadoras; todas las mañanas miles de estudiantes caminan hacia la escuela; la energía eléctrica es permanente; sigue siendo el país más seguro, al menos de Centroamérica; etc. 

¿Cómo procede el proceso educativo cuando esta Nicaragua con señales publicitadas de infuncionalidad, se adentra en las aulas del sistema educativo y en la vivencia de nuestros niños y jóvenes?  Así se explican hechos extraordinarios con raíces de pueblo como el derrocamiento de la dictadura somocista, la Cruzada Nacional de Alfabetización de los 80 y su réplica posterior siendo sus protagonistas los jóvenes. Sin embargo, es necesario reconocer que junto a esos hechos significativos, los mismos jóvenes estudiantes han protagonizado hechos de violencia no recomendables. Es una combinación inesperada de libertad y participación que reclama la necesidad de apuntalar una educación seria para la convivencia ciudadana, para crear verdadera ciudadanía, es indispensable hacer de los jóvenes sujetos democratizadores constructores de ciudadanía.

Se trata de un proceso educativo muy complejo por cuanto en el campo abierto de la educación caben todos, no sobra nadie y es necesario conjugar los distintos autores que confluyen en el hecho educativo, lo que aumenta su complejidad y su dificultad. El recordado P. Xabier Gorostiaga planteaba la necesidad de un “pacto social por la educación”, y en algún autor he leído la propuesta de una “movilización educativa de la sociedad”, apelando al concepto de la sociedad educadora, dado que todos, personas, instituciones, medios de comunicación, etc. de una u otra manera, educamos. Lo que sí considero clave e imprescindible es aceptar y actuar en consecuencia, es decir, potenciar las fuentes de la educación de nuestros niños y jóvenes: la familia, el Estado, la sociedad y ellos mismos como los verdaderos poseedores del derecho fundamental a educarse y como sujetos de su propio desarrollo educativo. 

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