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El atractivo ruido que hacen los billetes

Thursday 19 January, 2012


Oscar Clemente Marroquín
La Hora, Guatemala

La noticia más llamativa de la instalación del nuevo Congreso de la República ha sido, sin duda alguna, el descaro del transfuguismo de los diputados que no se preocuparon ni por taparle el ojo al macho sino que, antes de ser juramentados, ya habían traicionado a sus postulantes para emigrar a otros partidos políticos. El tema no tiene otro origen que el atractivo ruido que hacen los billetes contantes y sonantes, puesto que al fin y al cabo se trata de un negocio que empieza cuando el aspirante tiene que poner dinero para comprar la candidatura y esa “inversión” la deben recuperar a como dé lugar.

No hay cuestiones ideológicas o conceptos de lealtad que valgan, porque al fin y al cabo todo arranca con una vulgar compraventa que se concreta con la inscripción del ciudadano como candidato a diputado. Y esa postulación no sirve de nada si el partido postulante no tiene poder ni fuerza para tratar con los contratistas, con los que sueltan los billetes para que sea posible esa recuperación de lo invertido. En ese sentido uno tiene que entender que la bancada más atractiva siempre será la oficial porque es en esa donde se decide el manejo del presupuesto y la que tiene el control de la todopoderosa Comisión de Finanzas que asigna el listado geográfico de obras. Le sigue en importancia cualquier bancada que tenga la experiencia, el colmillo y el desprecio por los escrúpulos para negociar en bloque y demandar a cambio de los votos una suma que se pueda repartir en términos aceptables para todos.

Y si algo tienen los diputados es olfato y por eso son más rápidos que el capitán italiano, no digamos que las ratas, a la hora de abandonar un barco que se hunde. No hay signo más importante del descalabro de una organización partidaria que la estampida de sus diputados porque éstos no se equivocan y saben dónde está el poder. Un partido a la deriva, que hace agua tras haber chocado con poderosas rocas, no es lugar para andar haciendo negocios porque es obvio que nadie los tomará en cuenta y menos aún si están en la lista de apestados y de sujetos a investigaciones para ser perseguidos por la ley. Nuestros políticos no serán los ciudadanos más brillantes del país, pero nadie puede negar que son de las gentes más astutas y vivas, que tienen un instinto muy especial para olfatear el negocio y detectar cuando surgen problemas que obligan a la rápida migración a otras formaciones políticas en las que las oportunidades florecen y donde se les toma en cuenta.

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