El excesivo consumismo y sus efectos sociales

Guillermo Roca Rivas
Prensa.com, Panamá

Cierto es que la tecnología ha traído grandes avances y beneficios a la sociedad, pero también genera daños económicos, morales y sociales a la familia panameña, porque nuestra población sufre del flagelo del fanatismo, la vanidad, el orgullo y el descontrol en sus gastos personales y familiares. Lo anterior, quizás, obedezca a la falta de orientación de nuestros gobiernos y de parte de la sociedad pudiente, con el fin de explotarlos.

Cuando llegó al mercado la novedad de los celulares que, dicho sea de paso, constituyen un enorme avance de la tecnología en materia de comunicación, nuestra sociedad perdió el control en su adquisición, hasta el extremo de que nuestra población, de apenas 3 millones y medio de panameños, adquirió la alarmante cifra de más de 7 millones de celulares, de todas las marcas y precios; a esto hay que agregarle los accesorios para otras funciones.

Todo esto indica que en nuestro país, gracias a Dios, la economía es boyante, pero que, lamentablemente, nuestra población vive solo el presente, sin mirar el futuro, y sin el hábito del ahorro, sobre todo, entre los pobres.

Llama la atención el mal uso de los celulares sin considerar el costo que le representa a cada usuario –en ocasiones, miembros de familias de escasos recursos–, que se contradicen con esta práctica. Esta conducta entre los panameños denota fanatismo, vanidad, ignorancia y un orgullo equivocado, todo por el extravagante derroche de nuestra economía en la adquisición de avances tecnológicos, al igual que en los casinos, el alto consumo de licores, las fiestas populares, los vicios, los bingos, ignorantes de que esto representa un escape de divisas económicas que salen del país en detrimento de nuestra economía, salud, moral y estabilidad familiar.

Es necesario que nuestro gobierno, por conducto de los comités cívicos, inicie una campaña de orientación a nuestras clases populares para enseñarles cómo hacer un buen uso de la economía y fomentar el hábito del ahorro. De lo contrario, en breve tiempo, contaremos con una enorme cantidad de ciudadanos fracasados, que han de ser una carga para la sociedad, el Estado y la familia; que engrosarán las cifras de robos, crímenes y alcoholismo, entre otros males sociales.

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