El mito de la decadencia europea
Tuesday 18 October, 2011
Daniel Innerarity
Panamá América, Panamá
Se ha extendido como lugar común la idea de que Europa ya no es lo que era en el escenario internacional y el siglo XXI estará dominado por Estados Unidos y China. Una buena parte de los analistas, tomando como punto de partida el lento crecimiento económico y demográfico de Europa, así como su debilidad militar, han sentenciado que el futuro pertenece a América y Asia. El National Intelligence Council Global Trends Report de Estados Unidos predijo que, para 2050, Europa sería “un gigante que se tambalea, distraído por sus discusiones internas y por las agendas nacionales en competición y menos capaz de traducir su fortaleza económica en influencia global”. El Viejo Continente sería una fuerza geopolítica agotada en el mundo contemporáneo.
Pocas predicciones han sido tan claramente formuladas y tan rotundamente desmentidas por la realidad. Desde 1989 Europa ha vivido dos décadas de extraordinario éxito, pese a que no pocos lamentamos la lentitud de sus avances. Desde el punto de vista de la seguridad, el continente ha sido pacificado y se ha incrementado esa influencia cívica que le es tan distintiva, ha ganado utilidad frente al puro poder militar.
Tal vez la profecía más desmentida por la realidad es aquella según la cual Europa y Estados Unidos se irían distanciando progresivamente. Tras el colapso de la Unión Soviética, los neoconservadores predijeron que los europeos y los americanos, una vez perdida la común amenaza soviética que les unía, se distanciarían: el continente sería ingobernable, la OTAN colapsaría y las relaciones transatlánticas se volverían tensas. Pero lo cierto es que América y Europa se han movido en direcciones cada vez más coincidentes. La relación entre ambas, por muchas tensiones que haya habido, es menos conflictiva que nunca en nuestra reciente memoria. Desde 1989 las potencias occidentales han llevado a cabo más de una docena de intervenciones militares. Sólo ha habido un desacuerdo: Irak en 1998-2003.
Los americanos realizaron una intervención que los europeos rechazaban fundamentalmente por su unilateralidad. En cambio, durante los 25 años de la Guerra Fría, americanos y europeos estuvieron en desacuerdo en casi todas las intervenciones unilaterales fuera de Europa.