Fomento de inversiones

 

Hace más de un mes que el gobierno del señor Lobo anunció, con bombos y platillos, la celebración de un evento, bautizado en inglés, que habría de llamarse “Honduras is open for bussines” (Honduras está abierta a los negocios).

 

Se proclamaba a voz en cuello que los principales oradores del evento, previsto para noviembre, serían el expresidente de EE UU Bill Clinton y el magnate mexicano de los negocios Carlos Slim. La mayoría de los beneficiarios de los fondos del presupuesto nacional, que trabajan o fingen hacerlo en la administración, coreaban con euforia la planificación del evento, que según sus portavoces, sería una formidable oportunidad para elevar el nivel de las inversiones productivas, tanto locales como extranjeras.

 

Aquel furor publicitario entró en un receso tan silencioso como prolongado. Circuló el rumor de que los célebres expositores no vendrían y, sin transición casi, el Gobierno dejó de hablar de la reunión, la que -en definitiva- pasó a mejor vida. ¿Qué pasó que el esperado espectáculo murió antes de nacer? El Consejo Hondureño de la Empresa Privada, Cohep, le hizo ver al gobernante que las condiciones existentes en el país no eran propicias para debatir el tema de las inversiones.

 

El punto principal que amenazó con emerger en los días del potencial encuentro fue, por supuesto, la ilegal invasión de las tierras cultivadas de palma africana en el Bajo Aguán. Como se sabe, han pasado ya varios meses de esa ocupación ilegítima y el Gobierno no ha hecho absolutamente nada por garantizar el respeto a la propiedad privada en esa finca, que es la más grande y moderna del país. 

 

Y por ello “Honduras is open for business” se cerró, sin pena ni gloria. La pregunta que aún no ha sido contestada es: ¿por cuánto tiempo seguirá invadida esa empresa y en qué momento se pondrá en vigor una política que, al garantizar la seguridad jurídica, aliente efectivamente la inversión?