Ilusiones del acuerdo con el FMI

 

La misión del Fondo Monetario Internacional culminó su visita y ha anunciado que en principio se ha alcanzado un acuerdo con el Gobierno de Honduras. Se espera que dicho acuerdo sea oficializado en octubre por las máximas instancias del organismo internacional.

 

El Gobierno, sometido desde un inicio a duras pruebas para demostrar capacidad y voluntad de manejar la delicada situación económica y política del país, percibe el acuerdo como un logro muy importante. Aunque, a juzgar por declaraciones de funcionarios nacionales durante las semanas anteriores se esperaba un apoyo cercano a los 300 millones de dólares, el acuerdo establece preliminarmente un crédito de 196 millones de dólares para afrontar el fuerte desequilibrio en la balanza de pagos resultante de la incapacidad de entrar exitosamente en los mercados internacionales y agudizados por la gran recesión mundial de los últimos años.

 

Como en todas las operaciones del Fondo, las políticas de crédito dictan que la aprobación de los recursos y su desembolso están en relación al cumplimiento de condiciones preestablecidas. Éstas, se asume, conducirán a la eliminación de las causas que provocan el desequilibrio externo. Sin embargo, en la práctica la condicionalidad para países como el nuestro se extiende más allá y se exige, además, el diseño y la ejecución de programas económicos que conlleven medidas que atañen reformas estructurales de la economía y en especial del sector público.

 

Estamos ante un organismo internacional ignorando o fingiendo ignorar que bajo nuestras habituales condiciones institucionales es imposible pensar en el cumplimiento a cabalidad de lo que se está exigiendo. De tal forma, que dentro de dos años y probablemente ante otra crisis en evolución, llegaremos nuevamente al mismo punto del círculo vicioso en que estamos hoy.