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La clase dorada

Tuesday 12 October, 2010


Juan Jované
Panamá América, Panamá

Muchas veces se ha llamado la atención sobre el hecho de que la economía panameña opera como un modelo concentrante y excluyente, por lo que vale la pena aclarar lo que esto significa en base a los hechos duros que representan los datos estadísticos. Este fenómeno se expresa, en primer lugar, en una notable concentración del ingreso, que en el año 2004 significó que el 20% más rico de la población concentró el 57.7% del ingreso nacional, mientras que al 40% más pobre apenas le correspondió el 9.2% del mismo. 

Se trata de una característica estructural que resulta prácticamente independiente del nivel de crecimiento del producto interno bruto. Es así que mientras que este indicador creció en términos reales a una tasa anual promedio del 9.2% entre el 2004 y el 2008, la participación en el ingreso nacional del quintil más rico de la población prácticamente no se modificó, al situarse en un 56.1%, mientras que la de la de los dos primeros quintiles apenas se movió, colocándose en 10.2%. El carácter estructural de la concentración queda más claro aún cuando se tiene en cuenta que la participación en el ingreso nacional del 10.0% más rico de la población fue de 39.9% en el 2004 y de 39.3% en el año 2008, siendo esta reducida porción de la población el núcleo central de la clase dorada que controla al país.

Tanto para Adam Smith como para David Ricardo, esta concentración del ingreso podría, desde el punto de vista favorable a la acumulación de capital de ambos, tener sentido histórico siempre y cuando esto generara un amplio nivel de ahorro e inversión. Ni siquiera esto parece ser una de las características de la clase dorada panameña, ya que esta al controlar, como se dijo, el 56.1% del ingreso y generar el 53.0% del consumo no muestra ninguna especial propensión al ahorro. Esto explica, entre otras cosas, la dependencia de la economía panameña del ahorro externo.

El sostén político de la dominación de la clase dorada está cimentado en un sistema político –electoral que logra que la concentración del poder económico se exprese en un sistema que asegura la marginación de los sectores populares, así como de los sectores medios democráticos, de toda posibilidad de acceso a las palancas del poder público. La administración de este último, que hasta hace poco ejercieron por delegación los políticos corruptos de los partidos tradicionales, ha pasado recientemente a ser ejercida por una fracción de la propia clase dorada. 

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