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La economía mundial, un panorama no muy alentador

Friday 14 October, 2011


Mauricio Jenkins
La Nación, Costa Rica

Aunque algunos pensábamos que la recuperación de la crisis financiera internacional de 2007-2009 iba a tomar algún tiempo, nunca imaginamos que podría prolongarse tanto. Acabamos de cumplir tres años desde la emblemática quiebra del banco de inversión Lehman Brothers y, lejos de estar experimentando un período de recuperación económica sostenido, pareciera que estamos en la antesala de otro período sumamente complicado para la economía mundial. La principal razón: las dificultades económicas por las que atraviesan Europa y Estados Unidos, que representan poco más de la mitad del PIB mundial.

Los problemas de endeudamiento de algunos países en la zona del euro están llevando a ese grupo de naciones a un punto de tensión realmente crítico. Tanto es así que en algunos círculos se ha hablado sobre la posibilidad de que algunos miembros con dificultades se separen de la zona, lo que podría desencadenar su resquebrajamiento. Como consecuencia de las recientes dificultades, solo en el último mes, el euro ha perdido alrededor de un 8% de su valor con respecto al dólar estadounidense.

Claramente, los mecanismos que podrían utilizarse para evitar una crisis más generalizada en Europa y prevenir su fragmentación están lejos de ser de aceptación generalizada. La mejor prueba de ello es el tiempo que ha tomado llegar a algún tipo de acuerdo para resolver el problema griego, una de las economías más pequeñas de la comunidad (no quiero imaginar la dificultad si se tratase de una o varias economías más grandes).

La verdad es que poner de acuerdo a más de una quincena de países con realidades muy distintas, así como lograr la aprobación de medidas de ajuste en los países con problemas, que no dejan de ser impuestas desde fuera, es y está probando ser muy complicado. Además, no deja de sorprender que los miembros más afectados de la agrupación se hayan alejado con tanta facilidad de los lineamientos fiscales establecidos, por magnitudes tan significativas y por un tiempo tan prolongado.

Desde esa perspectiva, la resolución definitiva de la crisis actual en Europa no podrá lograrse, además, sin un rediseño de los mecanismos de verificación y control fiscal de los países miembros. Eso no será nada fácil, ya que los países involucrados tendrán que renunciar a la posibilidad de tomar ciertas decisiones o implementar ciertas políticas que muchas veces se consideran soberanas de cada nación.

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