La escasez en la agricultura

Rafael A. Delgado Elvir
La Prensa, Honduras

Como ocurre todos los años, un poco más de lo normal de lluvia por allá o un verano más largo por aquí, es suficiente para que los daños se hagan sentir en la población del país y la región centroamericana. Las últimas noticias que se suman a la precariedad generalizada de la agricultura es la escasez de frijoles, resultado de diversos factores, pero desencadenada en esta ocasión por los vaivenes del clima que no han permitido una producción y un abastecimiento normal en toda la región centroamericana. 

Habrá entonces que comprar con dólares en Colombia y México las cantidades necesarias para cubrir una parte esencial de la dieta alimenticia de la población. Con estos problemas surgiendo de manera regular y cada vez más pronunciados, se expone nuevamente la vulnerabilidad del país y de la agricultura. 

Y esto no es ninguna sorpresa, cuando se observa la dominancia de productores y organizaciones desarticuladas, produciendo con poco valor agregado y la dominancia de prácticas agrícolas que agudizan los problemas ambientales. Lo que hemos visto hasta ahora es que con grandes potencialidades de mano de obra y valiosos recursos naturales, el país sigue subutilizando sus capacidades, invirtiendo preferiblemente en actividades con retornos altos inmediatos pero no sostenibles en el tiempo y gastando en el consumo importador.

Bajo esas condiciones, la población rural día a día le da las espaldas a sus tierras y emigra hacia la ciudad en busca de otras actividades dejando atrás fértiles valles que se mantienen ociosos y cada vez más en poder de los especuladores y los lavadores de activos. Como si la tragedia no fuera suficiente, la mayoría de los proveedores de servicios al sector como la banca no consideran apta la agricultura para recibir recursos, ni tampoco desean que lo sea. Interesantes iniciativas de fomento a las cadenas agroalimentarias gozan de una indiferencia brutal por parte de actores importantes.

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