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La importancia de consumir cafés salvadoreños

Thursday 16 December, 2010


Benoit Gravel
El Faro, El Salvador
 
El tema de las tiendas de café está de moda. Atestiguamos con regularidad el lanzamiento de nuevas marcas y, con cada una de ellas, supuestas características propias. Los medios de comunicación dan bastante exposición al fenómeno. A menudo me preguntan si pienso que se trata de una moda pasajera. Y mi respuesta es que no. En otros mercados del mundo, los coffee shops tienen centenares de años de existir y aun así, dicho sector sigue experimentando crecimiento. 
 
Si bien esas tiendas sirven para proporcionar a sus visitantes el más delicioso de los néctares aromático del mundo -el café-, también se trata de un punto de encuentro para socializar. Y socializar nunca pasará de moda. Con todo eso, ¿qué importancia tienen los coffee shops? ¿Cuál es su rol acá en El Salvador?
 
El primer elemento de respuesta reside en lo que somos y, pues, somos un país cafetalero. Hay países petroleros, donde dicho recurso orienta las políticas de desarrollo estratégico nacional. Pues en el caso de nosotros es el café. A pesar de las gigantescas dificultades que vivió el sector en los últimos años, debemos entender que el sector cafetalero salvadoreño es uno de los pilares fundamentales de la agricultura de nuestro país, siendo responsable del 12% de la producción agraria. Todavía representa cerca del 8% de nuestras exportaciones y 2% de nuestro PIB, además de proveer más de 100 mil empleos al país.
 
Por lo tanto, estamos hablando de un producto que tiene mucho peso en cuanto al desarrollo de nuestro país. Y eso que lo hemos maltratado por décadas. Hace años que El Salvador carece de una real, profunda y poderosa política de desarrollo del parque cafetalero nacional. Eso impacta en la decadencia lenta pero segura del sector si nada se hace. Otro problema -o, mejor dicho, reto- mayor para el sector cafetalero salvadoreño consiste en la forma en la cual tratamos el producto café. Lo que queremos o debemos hacer es buscarle mayor provecho. Cuando un país tiene un recurso de esta importancia, debe encontrar la forma de maximizar su impacto para generar más desarrollo y prosperidad.
 
Por el momento, el volumen más grande de la cosecha nacional se exporta. Exportar café es una muy buena cosa en sí. Pero sería todavía mejor si pudiéramos transformarlo. En nuestro sistema, el concepto que define la maximización del potencial económico vía la transformación de los bienes y servicios se llama “valor agregado”. Es ese concepto el que asegura la riqueza de las naciones. El concepto de valor agregado es sencillo. Estipula que un producto primario adquiere valor cada vez que experimenta una transformación. Por lo tanto, aplicado al producto café, eso quisiera decir que en lugar de sólo exportarlo, deberíamos transformar en producto final, y así generar más prosperidad.