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No sirven impuestos con destino específico

Wednesday 06 October, 2010


Carlos Denton
La República, Costa Rica

Durante la primera administración presidencial de Oscar Arias, como iniciativa del Poder Ejecutivo, se introdujo el impuesto al ruedo que se paga cada año con la compra del seguro obligatorio. El dinero recaudado, según el primer mandatario, serviría para arreglar las carreteras y otra infraestructura. 

El gobierno de José María Figueres Olsen propuso y obtuvo fuertes aumentos en el impuesto sobre los combustibles con el fin de obtener fondos para arreglar las carreteras y otra infraestructura. Como no funcionó el impuesto al ruedo, propuso esta solución. En ambos casos los impuestos sirvieron para dotar al Estado con fondos suficientes para evitar la catástrofe que se ha visto en los últimos años; puentes colapsados, derrumbes, accidentes, muelles en mal estado y muchos más. 

Los fondos producidos por las leyes de Arias y de Figueres pasaron a la “caja única” del Estado, y como es obvio para todos, no se usaron por el fin manifestado por los jefes de gobierno de aquel entonces. Por ley, en Costa Rica no puede existir un impuesto que produzca fondos limitados a usarse para un programa específico.

Ahora la administración de Laura Chinchilla propone un impuesto a todas las líneas telefónicas, de ¢200 a ¢500 mensuales, que generen fondos para la “lucha contra el crimen y la delincuencia.” El concepto es bonito, y todos los habitantes del país están de acuerdo en que se debe hacer algo para reducir la delincuencia, pero es importante que el dinero potencialmente recaudado se utilizaría para cualquier cosa —escuelas, pensiones, pagos al Seguro, aumento a las universidades, apoyo al PANI, alquileres de edificios para instancias del gobierno— y quizás también para seguridad. 

La verdad es que el país requiere una reforma fiscal general, y estos esfuerzos de obtener recursos con parches, un aumentito a los cigarrillos y el guaro, otro a los casinos, y ahora uno diferente a las líneas telefónicas, no vienen a suministrar los fondos que requiere el Estado para poder cumplir con el pueblo. La manera más seria, sencilla y eficiente para obtener una reforma general es la de convertir el impuesto de ventas en uno de valor agregado, el así denominado IVA, también de un 13%. Debería ser un IVA aplicado a los servicios y a los productos con muy pocas excepciones; quizás el arroz, el frijol, la leche y unos productos más deberían escapar a su aplicación. 

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