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Ordenamiento y constitución económica

Friday 02 December, 2011


Marcio Enrique Sierra Mejía
La Tribuna, Honduras

En Honduras prevalece el desorden económico desde que fuimos colonizados. A pesar de los esfuerzos realizados, en diversos momentos de nuestro desarrollo político, ordenarnos en base a principios económicos constitutivos, no ha sido una meta que hayamos logrado alcanzar, ni mucho menos, empoderarlos en la conciencia ciudadana.

El intento más serio por establecer un marco referencial de principios económicos para desarrollar la economía nacional, se produjo en tiempos del ex presidente Callejas, quien inició su mandato estableciendo un ajuste estructural basado en una constitución económica neoliberal.

Sin embargo, el proceso de constitución económica neoliberal, si bien inicialmente produjo una estabilidad económica relativa, logrando establecer un orden de política económica clara, el resultado de la misma, ha ido perdiendo legitimidad porque sus principios, son favorables para los ricos pero desfavorables para los pobres, quienes han tendido a aumentar como resultado de su aplicación.

En las actuales circunstancias en que se desarrolla nuestra formación social, el Estado sufre un descalabro institucional en los aparatos fundamentales responsables de asegurar el desarrollo educativo, la formación del capital productivo y de la seguridad ciudadana, sin precedente alguno en el siglo XX.

Nos perdimos en un determinado momento permitiendo que la malignidad se propagase en la estructura económica, cayendo en un caos; en el que, el Estado y la sociedad manifiestan altos índices de corrupción e inestabilidad institucional. El hambre, el libertinaje económico, la desorganización de la estructura productiva, el irrespeto de la Ley y la desconfianza social, son las características sociológicas que marcan el desarrollo en el presente siglo XXI. El narcotráfico, la delincuencia organizada y la corrupción tienen atrapada a nuestra sociedad.

Hoy en día, tenemos un Estado de derecho frágil porque, nuestra sociedad, es indiferente y reticente a tener principios que la rijan. Y en un país en el que no existe el respeto a principios de orden económico y social no puede esperarse un desarrollo digno y ordenado.

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