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Política industrial

Friday 03 September, 2010


Manuel Hinds
elsalvador.com, El Salvador
 
Usted seguramente habrá oído de esto que suena muy moderno: política industrial, que hará toda la diferencia en términos de crecimiento una vez que el gobierno la diseñe y la ponga en práctica. La idea no es ni nueva, ni moderna ni exitosa.
 
¿Qué es una política industrial? Un ejemplo muy claro, que le puede dar el contexto de lo nueva y moderna que es la idea, es la puesta en práctica por Jean Baptiste Colbert, Marqués de Seignelay, Ministro de Hacienda de Luis XIV de 1665 a 1683. El propósito de su política industrial, por supuesto, era industrializar Francia para que su economía fuera tan potente como la monarquía absoluta de su soberano.
 
Con tal propósito, Colbert escogió una serie de industrias (en lenguaje salvadoreño le "apostó" a una serie de sectores industriales) y les otorgó beneficios que aseguraban que tuvieran muchas utilidades. Como en toda política industrial convencional, estos beneficios incluían exenciones de impuestos, préstamos otorgados por bancos nacionales a tasas de interés más bajas que en el mercado, protección contra la competencia extranjera y otros subsidios variados. Al mismo tiempo Colbert estableció los salarios que iban a pagar los obreros que trabajaran en las empresas escogidas en la política industrial, y los estándares de calidad que tendrían los productos de éstas.
 
Colbert también estableció un sistema de licencias, que el gobierno otorgaba y que eran necesarias para producir, distribuir o vender los productos más importantes. Con esto Colbert se aseguró de dos cosas: Una, que los beneficiarios de la política industrial harían grandes ganancias porque no tendrían competencia ni extranjera ni local, ya que él no otorgaba muchas licencias. La otra era que sólo los empresarios que él decidía podían agenciarse estas utilidades.
 
Todo parecía supermoderno, en el concepto de supermoderno que los que aspiran a controlar la economía nos quieren vender. Los resultados, sin embargo, no fueron muy alentadores. El atraso de la economía y la inmovilidad social creada por los privilegios otorgados por la política industrial de Colbert, se convirtieron en dos de los factores principales que dispararon la Revolución Francesa en 1789.
 
La libertad del sistema capitalista liberal es lo que causó el desarrollo. Esta es una de las cosas que tenemos que aprender con respecto a las políticas industriales. La otra es no dejar que nos cuenten las historias al revés. En Inglaterra, en Francia, en China y en India —y en muchos otros casos— lo moderno ha sido el capitalismo, y lo anticuado las políticas intervencionistas, que son consistentes con regímenes absolutistas.