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Secuelas de la tormenta: grandes desafíos

Monday 24 October, 2011


Claudio M. de Rosa
La Prensa Gráfica, El Salvador

La reacción general tiende a ser que pasadas las lluvias y salido el sol ya todo terminó. Sin embargo, esta es una apreciación incorrecta, porque aún no se conocen las necesidades para enfrentar las secuelas de la depresión 12-E que ha vivido El Salvador.

En la etapa de emergencia, se ayudó a unas 48 mil personas que llegaron a los albergues. Ahora viene la segunda etapa, de evaluación de daños y de acciones que deben ejecutarse en los próximos 100 a 120 días, que de no realizarse con prontitud y certeza pueden imponer un costo socioeconómico mayor. 

Alrededor de 40% de las cosechas de granos básicos ha sido dañado, al tiempo que toda la región centroamericana también ha sufrido pérdidas. Esto significa que nuestros productores enfrentarán pérdidas, donde el seguro agrícola cubrirá una proporción pequeña de los daños. Estas pérdidas serán difíciles de recuperar sin un programa de apoyo integral a los productores. 

Al otro lado del mostrador están los consumidores, que ante menor oferta de granos básicos deberán pagar mayores precios. Esto se puede evitar. Igual que una familia, que por ahora está comiendo de lo que tiene en la alacena, si no está alerta y sale a comprar ya, mañana puede ser muy tarde, porque otros se habrán llevado lo que había en la tienda. Esto significa que ya deberían haberse iniciado los procesos para la compra, especialmente, de frijol y maíz, lo que obviamente se deberá hacer en países fuera de Centroamérica. 

También, se han perdido o quedado inhabitables miles de viviendas. Muchas de estas familias están en albergues y mientras no tengan donde ir, no se moverán. Esto significa que es necesario un plan de emergencia para proveerles viviendas a la brevedad. 

Si el albergue está en una escuela, los alumnos, que ya han perdido casi dos semanas de clases, en este caso perderán más días de escuela. Racionalmente será necesario extender el año escolar un par de semanas y para los niños de escuelas “albergues”, deben buscarse lugares alternativos para impartir las clases. No hacerlo sería una irresponsabilidad con los niños.

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