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Si yo fuera indignado

Tuesday 22 November, 2011


Mario A. Rognoni
La Estrella, Panamá

Lentamente los indignados del mundo han empezado a organizarse. El grito de ‘obreros del mundo, uníos’ se ha cambiado por ‘indignados del mundo, organizáos’. Movimientos populares, en demostraciones pacíficas, pero multitudinarias, han cambiado gobiernos en otras latitudes, mientras en nuestra América movimientos similares luchan por la educación en Chile y Colombia, otros por enfrentar las corporaciones financieras y empleos en USA. Me imagino que si fuese colombiano o chileno y estudiante, estaría en las calles, no estoy tan seguro si fuese norteamericano, porque todavía veo al coloso como el país de oportunidades.

Pero, estoy en Panamá y ya mayor, hasta jubilado. Entonces, pienso que debería haber alguna razón para que yo participe de un movimiento de indignados en mi propio país. Como no creo que me animaría participar para abaratar la educación ni para que se den oportunidades de trabajo, aquí la educación pública no es cara, el desempleo bajo. Entonces, ¿qué me podría alentar a la lucha? Quizás, para cambiar el mundo, o al menos, nuestro mundo.

Trabajaría aun ahora, por un mundo ideal. Por el mundo en que yo hubiese querido vivir y que mis descendientes vivieran. No este mundo materialista, corrupto, falto de moral y escaso de valores, no en este mundo de egoísmos, ambiciones, envidias, farsantes y mentirosos. No, vivir en un mundo donde se respete la ley, se trabaje con honestidad, se viva con justicia, donde prive la solidaridad y no se den las grandes disparidades entre ricos y pobres. Para lograr ese mundo, tendríamos que unirnos los indignados y luchar por los cambios.

En mi mundo los doctores serían asalariados, sin medicina privada, toda estatal. Donde la salud del ciudadano no dependa de su riqueza, sino verdaderamente igual para todos. En mi mundo la educación sería únicamente pública, garantizando una educación igual para todos, los educadores todos asalariados del Estado. Por eso, yo sí me uniría a los indignados. Igualmente mi mundo ideal limitaría las diferencias de ostentación posible en viviendas. En lugar de esas exoneraciones a los edificios y residencias lujosas, tendría un impuesto bajo para viviendas hasta un precio lógico y de allí en adelante un impuesto altísimo para utilizarlo en construcción de viviendas decorosas al que no la tiene. Por eso, marcharía yo con los indignados.

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