Voto, luego exijo

Gabriel Trillos
La Prensa Gráfica, El Salvador

De banderas y candidatos. Candidatos y banderas. Seguramente ya hizo sus juicios. Se identificó con alguien. Odió a alguien. Participó en discusiones políticas en alguna reunión de familia, de amigos, de café, de fiestas (recuerde que este fin de semana deben ser privadas porque no se puede ingerir en lugares públicos), en cenas o almuerzos. Se enojó con algún amigo o algún pariente. Trató de ver algunas de las entrevistas en cualquiera que sea el medio de comunicación de su elección. Lanzó improperios.

Rechazó. Aceptó. Maldijo. Bendijo. Se hizo el apático, aunque no pudo. Usted señora que le dijo a más de una amiga “ah no niña, a mí de política no me hablés...”. Se peleó con el novio, la novia, el esposo o la esposa. Se formó su opinión con el comentario del familiar, del amigo, del vecino, o de su compañero de viaje en el bus, en la parada, en el taxi. Usted compatriota residente en EUA que ya comparó con la política pulcra de la ciudad en donde vive en el norte. Dio gracias cuando inició el silencio electoral. Corrió a hacer compras para enfrentar la ley seca. Meditó poco o nada... tomó la decisión... bueno, entonces ahora salga de su casa y vote.

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